¿Os habéis sentido en algún momento mal por mostrar pena, miedo o enojo?, ¿quizás os habéis sentido presionados o juzgados por una sociedad en la que se critican a las personas que muestran vulnerabilidad o tristeza y se premia a quien muestra una actitud positiva

 (de manera real o irreal) constantemente? ¡Bienvenidos a la sociedad actual!

Y ahora te pregunto, ¿a tus hijos se les presiona de igual manera?

Vivimos en una sociedad muy represora de las emociones negativas, en la que se nos repite constantemente que el estado normal es “ser feliz y positivo en todo momento”, algo biológicamente contraproducente, nos enseñan a reprimir las emociones desde pequeños en lugar de a reconocerlas, aceptarlas, y expresarlas de forma asertiva; Nos hemos acostumbrado a mostrarnos en la sociedad actual de una manera forzada constantemente, en la que rechazamos automáticamente las “emociones negativas”, ya categorizadas peyorativamente como tóxicas, simplemente por ser incómodas de sentir, sin pararnos a pensar que esa incomodidad tiene su objetivo biológicamente hablando, están en nuestros genes, tienen una función y es mantenernos a salvo.

Emotions

Ante una situación que sentimos como peligrosa, nuestro cerebro prepara el cuerpo para “protegernos” (el corazón y la respiración se aceleran automáticamente) reaccionando de la manera más conveniente para mantenernos con vida, ya sea gritar, correr, enfadarnos,  escondernos …

Nuestros hijos al igual que nosotros no pueden separarse de sus emociones, pero además ellos aún no disponen de la suficiente información ni estrategias para controlarlas, por lo que es lógico que verles responder con rabietas, desobediencia, gritos …

¿Cómo podemos ayudarles a gestionar esas emociones “negativas”?

Primero pasemos a repasarlas desde un punto de vista subjetivo:

  • Miedo.

La emoción más temida e infravalorada, pues no hay emoción que más vele por nuestra seguridad que el miedo, porque su función es prevenirnos. Cuando nuestro cuerpo siente esta emoción nos está enviando un mensaje para que protejamos de una posible situación, para prevenir posibles peligros, riesgos conocidos.

Es como anular una alarma, despedir a un vigilante de seguridad, dejar las puertas abiertas de nuestro hogar …

  • Enfado

El enfado es la emoción que mal utilizada puede volverse más en nuestra contra, es un arma defensiva que muchas veces nos bloquea y no nos permite ver la situación con claridad, a veces llega para alertarnos de un abuso o deslealtad (lo que nos facilita poner límites a la situación), y otras por la sensación de frustración ante una situación que no sabemos gestionar.

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.” (Aristóteles)

enfado

• Tristeza
La tristeza aparece ante la pérdida de una persona, de una situación u objeto, por indefensión, o a través de una situación adversa por la cual nos vemos superados. Sentir este tipo de situaciones es algo universal, va sujeto a la aventura de vivir, y es importante tener en cuenta que “no hay mejor manera de prolongar la tristeza que intentando no estarlo”; La tristeza es la emoción que activa el proceso psicológico que nos permite superar pérdidas, desilusiones o fracasos.

Niña triste

• Asco
La emoción del asco es una reacción generada por una profunda aversión hacia algo que nos resulta especialmente desagradable, como por ejemplo bichos, comida en mal estado, un olor desagradable … Otra emoción imposible de obviarla de nuestra vida, tan repleta de objetos y sustancias desagradables, pues nos orienta a la evitación de algo que puede ser perjudicial.

• Sorpresa
La sorpresa es la emoción más ambigua (ya que puede ser positiva y negativa según las circunstancias) y breve (aparece por sorpresa ante una situación nueva) que tenemos, aparece como ayuda a orientarnos y debemos aprender a aceptarla ágilmente para poder gestionar la situación en tiempo.

Alegría
La alegría, ¡la emoción más deseada por todos! Suele llegar acompañada de ilusión, diversión, entretenimiento, risa, satisfacción, etc, y favorece el equilibrio entre mente y cuerpo, lo cual nos permite recuperarnos del estrés de nuestra vida diaria y atenuar situaciones desagradables.
Ya en la antigua Grecia Platón la describía como “presencia de lo divino, como flujo transformador y energizante”.

Alegria

Si bien ésta última emoción es la que se aconseja sentir en plenitud, las demás llegan a nosotros para ayudarnos y protegernos;

Lo fundamental es aprender a reconocerlas y aceptarlas, nunca las evites, pues de hacerlo es cuando generas nuevas emociones “negativas o incómodas de sentir”, como por ejemplo la ira, que se esconde tras una tristeza profunda que no se ha podido expresar. 

Una de las claves para manejar con eficacia nuestros estados emocionales es aprender a cuestionar lo que pensamos, es importante aprender a escucharnos desde el cariño aunque no nos guste lo que sentimos, pues sólo entendiendo el porqué de cada emoción vivida podremos encontrar las soluciones adecuadas y sanar las heridas, y sobre todo, para poder enseñar a nuestros hijos a saber hacerlo.

emociones

Ser optimista es genial, pero con equilibrio y sin forzar los sentimientos o emociones que vamos sintiendo, porque lo único que hacemos de esta manera es acallarlos y por un tiempo limitado mientras nos generan enfermedades y desequilibrios emocionales.
Según el libro The Power of Negative Emotion las emociones “negativas” no son tan malas como parecen pues su objetivo es ayudar a las personas en diferentes situaciones de la vida, tanto o más que los estados más optimistas; además está demostrado que la gente que vive la vida de una manera positiva en todo momento son “perezosos de pensamiento”, y por el contrario, las personas que usan toda la variedad de emociones sin rótulos tiende a sacar más provecho de cada situación

emocion

Es fundamental aprender a vivir con nuestras emociones, (las buenas y las malas), aceptarlas y comprenderlas, pues las situaciones estresantes durante mucho tiempo hacen que se lesionen neuronas cerebrales responsables del aprendizaje, y a su vez el cerebro sufre alteraciones que producen modificaciones en el sistema hormonal lo que provoca enfermedades (todas ellas tienen un origen emocional causado por algún tipo de sentimiento no gestionado). Las emociones negativas destruyen y las positivas curan.

Y ahora sabiendo esto, ¿cómo te gustaría que tus hijos gestionasen las emociones negativas?